Remy
Tenemos dos puntos fundamentales por las cuales desvariar hasta altas horas de la noche. Si deseas continuar esta travesía tan funesta sólo acepta mi compañía. Te prometo por la pluma de Baudelaire que mis intensiones con vos son académicas.

Eres un pequeño humano con aires de grandeza. Sólo basta con pulir un poco tu nobleza. Y debo aceptar que desde el primer momento en el que coincidí con tu presencia me cautivaste con tu finísima elocuencia.

Tus poemas, tus versos, tu prosa dicen mucho de tu elevado talento. Pero hay algo que aún no me queda tan claro: tu vanidad. El hecho de tener un arte digno de bellas palabras no te da el derecho ser tan honesto.

Te crees tan grande por escribir unas cuantas líneas, pero no has notado que en ellas te excitas y continúas así hasta que desvarías. Un consejo como buen compañero es ayudarte. Te reitero, tú posees el talento, pero querido mío, tu arte además de ser tan bello cae en el fondo llamado vulgaridad. Y vaya que debes creerme, mi reputación no basta con escribir sino también decir la verdad.

Ahora que ya quedó un punto arreglado me queda continuar con mi legado. Así que prepárate a ser juzgado. Chiquillo insolente y mal criado creíste que tan fácil de mí te habías escapado. Craso y fatal error, te encaminas a practicar mi profesión. Amante de letras, de libros, de sentimientos, de sensaciones y noblezas. Sí, eres todo eso menor un verdadero escritor.

Por eso amado mío deja a un lado tu vanidad y tus alturas de príncipe encantador. Deja todo eso y abraza la humildad veras que con tu don; grande serás y entonces vendrás a mí abrazándome y pendiéndome perdón. Pues me hiciste a un lado para profesar tu verdadero yo.

Date cuenta que por ti solo no eres más que un ser superficial, un ente que escribe, sólo eso y nada más. Sin corazón y sin alma eres un hombre que dice todo sin saber nada.

Ahora que te he confesado tu verdad y que te he abierto los ojos para que no sigas en el mal. Te pido que como buen humano, sencillo y altamente educado, un artista y un dios encaminado. Deja que yo, tu alma, regrese a tu ser y juntos volveremos a crecer. Recuerda amado mío, un ser sin alma es un ser que no sabe lo que batalla.

Remy

Hoy vengo hasta aquí pidiendo que te alejes
No es por tristezas ni por rencor
Son sólo cuestiones del corazón
Profundas complicaciones que no me dan la razón.

Además te has percatado que mi ser ya murió.
Y no creas que mis palabras son reproche
Pues por ti derrame miel a tu antojo
Y mi corazón sangró a derroche.

Es preferible que hoy en adelante me odies
Pero temo que ni ese sentimiento tan sano
Tu ser pueda tan siquiera soportarlo.

Será mejor que te alejes y no me hieras más
Pues de tan solo mirarte me dan ganas de alejarme
Aún no sé como fue que alguna vez pudiste atraparme
Remy

“Desde el primer día en que mis ojos se postraron ante tu figura existencial; quedé completamente perplejo por tu hermosura. Podría decir que descubrí en ti esa diosa impaciente que espera ser fecundada ante la divinidad de un ser carnal.

De seguro pensabas que ese ser carnal, ese príncipe, ese humano jamás iba a llegar. Pero hoy nos damos cuenta que el destino tan distante que alguna vez te trazaste hoy está cambiando, pues, he aquí a tu humano.

Calma. No te alteres, sé que la emoción que sientes ha de ser tan grande y por ese motivo no me has dicho ni una palabra y sólo te has limitado a expresar esos gestos tan gráciles. Oh Que bellos gestos. ¿Primor?, tienes náuseas, algo común ante mí. Sí, de seguro es por la emoción. ¿A dónde vas? Bueno, ve al tocador y retoca ese labial carmín que tanto me fascina.” Le dijo mientras depositaba tiernamente la rosa roja que sostenía con la mano izquierda sobre el borde de la mesa y alejando su mano derecha de ella, se quedó siguiendo con la mirada perdida de enamoramiento la figura de ella levantándose poco a poco de la mesa para huir de la escena.

Por una u otra razón ella aún no encontraba ese motivo que la hizo aceptar la cita del chico nuevo del trabajo. Tal vez su romanticismo barato o su verbo tan elocuente que volvía a todas las muejeres zombis sedientas ante su seducción. Pero ella sabía de sobra que él derramaba mediocridad, desde la ropa que vestía hasta su último movimiento mal imitado de un Don Juan o en el peor de los casos un Romeo. Un total fracaso que ahora ella compartía y del cual desconocía la solución para salir de este gran problema.

Sin otra acción más en su mente que ese deseo grande de vomitar sobre el rostro de él o salir corriendo del restaurante se levantó de la mesa sin decir ni una palabra. Con el único pretexto de dirigirse al tocador a retocarse el maquillaje sublime; desapareció. Y sigilosamente se perdió ante la infinidad de la ciudad buscando su sueño; encontrar al verdadero Romeo de su tragedia.
Remy
La brisa de la noche cae fríamente sobre nuestras espaldas desnudas y el calor de nuestro éxtasis nos transporta un mundo perdido en donde el tiempo se volve infinito con cada rose de mi lengua en tus labios. Mientras que tú poco a poco vas alimentando el fuego con el arte procedente delJustificar a ambos lados movimiento de tus caderas y ese peculiar baile de tus dedos sobre mi espalda recorriendo poco a poco cada centímetro de ella hasta llegar al borde y cubrir con tus palmas los dos grandes músculos que tanto te fascinan y te vuelven loca.

Mas por el arte que me enseñas, mi ser se petrifica y como un basilisco me muestras tus grandes y bellos ojos dándome una mirada perdida y excitante que me provoca una erección fascinante.
Y mientras la luna nos observa y sus rayos alimentan el pudor y la fuerza con la que nosotros destrozamos todas las leyes de moralidad para entregarnos por completo como locos obsenos en la casa de Dios; nos olvidamos de la asunción.

Y así nos burlamos e imitamos las miradas angelicales y tiernas de las estatuas santas que calladamente nos invitan a continuar nuestro ritual. Así continua poco a poco nuestro pecado. Bañada con el sudor refrescante del calor infernal, lentamente bajas la mirada e indiscretamente saboreas el jugo vital de mi rígido monumento.

Y como una venus insaciable atacas al mortal, y ferozmente destrozas con toda barrera entre el interior con el exterior dejando al descubierto dicho talismán. El juego termina abriendo paso al placer. Como un chacal ataca a su presa destrozas arduamente el basilisco saboreando grácilmente su sabor y postrándote sobre el tablero dejas libre tu monumento.

Así sigilosamente me escabullo sobre tus piernas para adentrarme al universo de maravillosos deseos y abres más y más tu alma para permitir que mi lengua arda en tu interior.En esos momentos las campanas de la iglesia anuncian la venida del todo poderoso y mi ser se agita y mi técnica se acelera para recibir la llegada del bálsamo real.

Casi desnuda por completo abrazas mi cuerpo y gritas mi nombre al compás del sonido rítmico de las campanas. Dios está contento y sus arcángeles nos apuntan gloriosos con sus espadas mientras que Cristo se lamenta por estar clavado en esa cruz y verse negado al placer que nosotros derrochamos.

"Padre, no padre, Dios nos castigara de este pecado carnal", pero tus murmullos se apagan con el rose de la cruz sobre tu abdomen. Y deseas recibir la cruz de nuestro señor en tu interior. Así que guías la cruz hasta tu bendito vortex y como poseída por el mismiso Satanás te apuñalas una y otra vez.

"Satán, Satán, aléjate de mi cuerpo, recibe la cruz de nuestro señor" Así mi ángel, así grita que tus pecados están perdonados. Pero la asunción y liberación de tu alma aún no termina. Te arranco esos cubrimientos que me impiden ver tus rosas y parados pezones y entre la fisura de tus magnolias acerco mi instrumento para mostrarte su divinidad en cada acometida.

Debes arrodillarte ante el señor así que te pongo de rodillas y con mi cetro de carne ardiente hago la señal de la santa cruz sobre tu cara. “Padre, démelo todo, lo deseo padre” Y como buen pastor de Dios no me niego ante tus suplicas. Introduzco mi glorioso cetro divino en tu boca mientras hago las respectivas oraciones de nuestra tarea. Cuando el momento está apunto de venir bendigo el líquido dador de vida y lo dejo caer dentro y sobre de ti, bañando tu asqueroso rostro de perdida y sucia pecadora con el agua bendita que nace de mi ser. Por fin hija mía tus pecados han sido perdonados.
Remy

Para ella.

Todos los días ella se levanta a la misma hora, siempre con esa sonrisa brillante. Y se persigna y dice sus oraciones, pues le agradece a Dios el hecho de permitirle otro día más de vida. Siempre tan alegre, tan contenta, tan carismática y tan llena de vida.

Desde que ella tiene uso de razón lo más importante en esta vida es disfrutarla; y dice bien. Tener un día tranquilo en donde los pesares sean cosas que afortunadamente ella desconoce y siempre la misma filosofía; gozar de la vida.

Y gracias a su Dios, ella ha sabido adaptarse en un mundo rosa en donde todo está al alcance de sus manos. Bendita vida la suya. Desde temprano, después de agradecerle a Dios, se dirige a su respectiva ducha y se relaja y deja que el estrés caiga junto con las gotas de agua. El único estrés que ella carga es no sentir el aire rozando a su favor. Días extraordinarios en los que ella siente estrés, pues en efecto, el aire siempre está a su favor.

Aunque ella tenga el mundo en sus pies y sea una diosa viviendo entre humanos, tiene un defecto: desconoce la mayoría de las buenas cosas. Un ser tan perfecto y agraciado manchado por la carga de la hipocresía que su sonrisa destila. Su sonrisa brillante y alegre que hace que esas leves arrugas pinten el contorno de su rostro, iluminando el hueco de aquellos que están presentes ante ella.

Y así siempre ocurre, siempre ella y su frase que le ha permitido aguantar los pesares, esa fórmula tan pequeña y efectiva, ese conjunto de palabras que dicen todo y conocen nada, el simple hecho de decir: “Los quiero, los amo así como me amo yo mismo y así como amo a la vida”. Pero una cosa es cierta. Muy en el fondo ella desea conocer la verdad y esa verdad la tendrá cuando abra los ojos y deje de sonreírle al mundo y predicar su falso amor al prójimo, entonces ella comenzará a vivir y dará al mundo una buena sonrisa nacida de su verdarero rostro.
Remy
La ilusión de un niño cuando ve a su madre es siempre admirable, más éste no era su caso. Desde que él tenía uso de razón siempre había sentido ese odio prematuro hacia su progenitora. Las razones de tal sentimiento, sólo él las sabía.

Pero qué cariño puede pedir una mujer que abandona a su hijo a las manos de la fría y cruel vida; nada en absoluto. Y así era, aunque no del todo. Él era un chico responsable, trabajador y soñador, pero en el fondo frío y podrido por el odio. Desde sus primeros años de vida tuvo que luchar para sobre existir olvidándose del amor hacia los humanos así como el amor a la vida.

Todos los días de su existencia tenía que batallar para traer el pan que alimentara a él y a su perdida madre. Mientras él se partía el lomo buscando un poco de pan o una moneda, su madre de tan exquisito físico se entregaba a las tentaciones de la lujuria, entregándose al primer hombre que le diera a cambio un buen trago de licor. Esto como era de suponerse provocaba que el odio que él sentía se alimentara más y más, pues cada noche, cuando él regresaba del trabajo, encontraba a su madre con un hombre diferente en la cama, alimentando con esto el odio y las ganas de matar a ese hombre desconocido y de paso a su madre. Más siempre se limitaba a seguir su camino y encerrarse en ese cuarto sucio pero ordenado, donde se tapaba los odios con todas sus fuerzas para no escuchar los horribles jadeos que emitía su madre al ser gozada por un desconocido. Y así pasó todas las noches de su vida. Con ese odio y esas ganas de matar.

La verdad de las cosas es que ese niño pudo llegar a ser tan grande como lo es su humilde narrador, sino fuera por esa devoción ciega que sentía por Dios. No sé porque motivo todas las noches le rezaba a Dios para que le diera las ganas y el valor suficiente para llevar a cabo su acometida; matar a esa perdida que no deseaba que fuera su madre.

Una noche de olvido, el chico había decidido acabar de una vez por todas con ella. Así que espero a que llegara la noche y con esto un amante nuevo. Las horas pasaron demasiado rápidas y el chico se sentía poseído por la gracia de Dios, tocado por el espíritu santo y como él decía bañado por la infinita misericordia del señor.

Su madre ya estaba en casa junto con su amante de ocasión, pero esta noche su acompañante no era cualquiera sino alguien especial. Caminando sigilosamente acompañado de un cuchillo que usaba para cortar la caña de uno de sus muchos trabajos, se coló en la habitación de su madre, y avanzó lentamente hacia los cuerpos desnudos que furiosamente parecían dos perros en plena copulación. Levantando el cuchillo muy alto dejó caer el golpe sobre la espalda del amante de su madre, y extasiado por la sangre y el buen sabor del asesinato, le dio más de veinte cuchilladas, dejando sólo un cuerpo sin vida teñido de hermoso color. Su madre al ver tremendo espectáculo grito de susto y trató de huir de su endemoniado hijo, pero éste al ver a su madre muerta de miedo y sobre todo desnuda y extasiada, sintió una ola de emociones lívidas recorrer su alma y actuando como si fuera el propio demonio terminó el trabajo del amante de ocasión.

Bañado de sangre y de excitación se percató de lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde. Ahora él era en uno de esos hombres que tanto odiaba y lo peor de todo gozaba de la mujer que le había dado la vida como también el odio. Llenó de rabia por los gemidos y lloriqueos de su madre, acabo con ella de un solo golpe. Cuando recuperó la razón y vio los dos cuerpos sin vida, la locura comenzó a invadir su mente y la mano de Dios intervino dándole a él el valor suficiente para terminar con todo de una vez por todas.
Remy
Las copas brillaban altas y tintineaban al chocar con el cristal de los vasos. Las cervezas se consumían poco a poco y las risas invadían la atmósfera del sitio. La felicidad se derrochaba en contraste con las cenizas de los tabacos y el sonido de la música alegraba hasta al hombre más desdichado del mundo.

Sus risas alcohólicas y sus alientos fétidos de vicio comenzaban a marearme y la cerveza me producía una sensación de putrefacción. Las parejas que bailaban alegremente en la pista improvisada daban tantas vueltas que por un momento me creí atrapado en un vortex de locura. Algo me impulsaba a seguir con la farsa de la fiesta, algo superficial que nacía en mi hipocresía o en mi gusto por la cerveza, algo tan falso que me incitaba a continuar con el fracaso, algo que aún no puedo explicarlo.

Y así continuó la diversión hasta que todos terminaron asqueados por el alcohol, hasta que nadie más pudo reír y cuando todos comenzaron a sentir ese sueño temible que abraza la embriaguez. Entonces, en ese momento disfruté la fiesta por completo. Me divertía ver a esos seres hablando como idiotas, a esos otros cayéndose y haciendo el ridículo, a más de dos vomitando sobre los muebles de mi hogar y otros pocos teniendo sexo u orgías en cualquier rincón. Pero más me divertía beber y sentirme acompañado de verdaderos seres humanos.